jueves, 2 de octubre de 2008

San Francisco de Asís



Imagen de S. Francisco de Asís de la parroquia de Martos.

Dentro de unos días, el cuatro de Octubre, se celebra la festividad de San Francisco de Asís. Este singular hombre que vivió hace 800 años (este año se celebra precisamente el octavo centenario de la fundación de la orden Franciscana) demostró que la entrega a Dios debía de nacer en la pobreza y la humildad. Así que hoy mi entrada va a ir dedicada a tan extraordinario hombre.

Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone y Donna Pica, provenzal. Su padre era un rico comerciante de paños que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.
Francisco recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada.

En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.

De acuerdo con los relatos, fue en un viaje a Apulia mientras marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias. Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal.Hasta ese momento todavía no sabía él mismo exactamente el camino que había de tomar de ahí en adelante; fue después de reflexiones y oraciones que supo que su camino era la Iglesia. El punto culminante de su transformación se dio cuando convivió con los leprosos, a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo mirar.[11] Se dedicó después a la reconstrucción de la capilla de San Damián. Según los relatos, lo hizo después de haber visto al crucifijo de esta iglesia decirle: Francisco, ve y repara mi casa, que se está cayendo en ruinas. Entonces decidió vender el caballo y las mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó.
Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, las personas con que se encontró lo recibieron mal y, creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.
Su padre lo reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo.Al ausentarse el airado padre por los negocios, la madre lo libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió las reprimendas del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda del muchacho a San Damián, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pedro Bernardone acudió a las autoridades civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la Iglesia.
Francisco se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y al obispo de Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se despojó de todas sus vestimentas ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto, el obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.
No se sabe con certeza cuántas iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó; entre ellas, a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula. Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208, cuando escuchó estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10).[16] Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de harapos, ahora su mensaje se estaba escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.

En unos meses sus discípulos eran once. Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a viajar de dos en dos.

Francisco se decidió a presentarse ante el Papa Inocencio III, para que le aprobara la primera regla de la orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Fue bajo la intervención del obispo Guido de Asís como pudo tener audiencia con el Papa. Éste y ciertos cardenales objetaban el programa franciscano por el peligro de crear otra organización nueva, debido a los movimientos anticlericales de la época y a la falta de una mínima base material de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y su apoyo, Francisco pudo tener una nueva audiencia para que se considerara la aprobación de su hermandad de pobres.
El Papa por fin aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio.
El y sus acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivo Torto, donde consolidaron sus principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y atendiendo a leprosos; desde entonces se hacían llamar a sí mismos Hermanos Menores, Frailes Menores (el nombre fundacional de la congregación es Ordinis Fratrorum Minorum, abreviado O.F.M.).

Después de la estadía en Rivo Torto, buscó una sede para su orden; para ello pidió la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del Monte Subasio quien le ofreció la capilla de la Porciúncula y un terreno adyacente, Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba como renta canastas con peces.
Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente dos años más tarde, pero ambas empresas se frustraron.
Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.
Durante el Concilio de Letrán de 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el Papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz, de ahí en adelante el poverello fue devoto de este símbolo.
En esa época, el cardenal Hugolino les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aun en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.
Bajo el pontificado de Honorio III en 1216, se promovió la indulgencia plenaria a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del Papa para que la peregrinación se realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares podían disfrutar de tan alto privilegio.
Desde el año 1217 organizó capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para intercambiar experiencias; para la organización apropiada de los territorios en que los frailes se habían dispersado, organizó también provincias de evangelización.
En 1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.
Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán, que entonces era al-Malik al-Kamil.
Según las crónicas de Buenaventura, el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata, para así demostrar qué religión era la verdadera; los mulás rehuyeron la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe rechazó también esa la posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron. Tiempo después obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso sólo para visitar Siria y Tierra Santa.[35]
La orden, durante su ausencia, sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor de la muerte de Francisco en el Oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas ciertas medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; muchos consideraron estos cambios contrarios a la idea original del fundador. Enterado de estos sucesos, Francisco fue ante el Papa Honorio III y le rogó que designara al cardenal Hugolino para reorganizar la orden.
La nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro Generaly una nueva regla, la de 1221 (Regla no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios franciscanos.
Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden, para permitir a hombres y mujeres laicos vivir una vida franciscana. Obtuvo su estatus legal en 1221 también con la ayuda del cardenal Hugolino. Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.
Bajo la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva aprobación del Papado. Nuevamente aceptó a las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración. El 29 de noviembre de 1223, con otra participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva y fue aprobada por el Papa Honorio III.
Terminada la labor de aprobación de la regla definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno de su propiedad.
Pretendió que la celebración se asemejara lo más similarmente posible a la natividad de Jesús, y montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó un sermón. Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una fiesta única.
Francisco asistió en junio de 1224 a lo que fue su último capítulo general de la orden. Hacia principios de agosto resolvió hacer un viaje a un lugar aislado llamado Monte Alverna, a unos 160 kilómetros al norte de Asís; escogió para este viaje a algunos de sus compañeros: Leo, Angelo, Illuminato, Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.
Estando en la cima, fue visitado por el conde Orlando, quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le pidió construirle una cabaña a manera de celda, donde después se aisló. En ese lugar, Leo fue testigo de los actos de su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis. Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente de montaña. En la fiesta de la Asunción Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días.
Por órdenes del poverello, Leo lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua. Según los relatos que recogieron los testimonios de Leo, éste fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio, Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir. Le hizo abrir tres veces el misal para encontrar respuesta, y las tres veces se abrió en la historia de la Pasión de Jesús.

Probablemente el 14 de septiembre de 1224,oró para recibir dos gracias antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y el amor que lo impulsó al sacrificio. Después de intensas oraciones —según relato de San Buenaventura[44] — el mismo Nazareno se le presentó en el cielo, crucificado, rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, Francisco enseñó esas heridas a sus hermanos, las cuales conservó por el resto de su vida.
Retornó a la Porciúncula acompañado sólo por Leo; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio. Mientras tanto, su salud —que desde mucho tiempo antes nunca fue sana del todo— empeoraba: El sangrado de sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados.
Fue durante esta temporada cuando compuso el Cántico del Hermano Sol, que hizo también cantar a sus compañeros.Se encaminó luego a Rieti, rodeado del entusiasmo popular por tocarlo o arrancar algún pedacito del pobrísimo sayo que vestía, y se instaló en el palacio del obispo. Después se hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico, que incluyó cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor con el fuego para que no lo dañara.Otro intento para ser tratado por renombrados médicos fue hecho en Siena, sin buen resultado.

Deseó volver a la Porciúncula a pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de guerra.En su lecho escribió su Testamento.En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto a Angelo y Leo.
De acuerdo con su último deseo, fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla. Murió el 3 de octubre de 1226. El día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue sepultado.Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.

Si habeis llegado hasta aquí leyendo, mi mas sincera Enhorabuena, pues la vida de este hombre es larga, pero pienso que no tiene desperdicio.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia de este santo es impresionante, pero el día 4, paso mucha verguenza porque todo el mundo me felicita y a algunos me da corte decirles que no es mi santo, que el mío es ese ermitaño de la ciudad de Paula, San Francisco de Paula, de ahí ni nombre bloguero y que, por supuesto no me gusta renegar de mi verdadero santo. Mucha gente piensa que todos los "pacos" celebramos nuesra honimástica el 4 de octubre, pero, aprovecho para deciros, hay bastantes más franciscos. Que yo sepa: Francisco de Asis, Francisco de Paula, Francisco de Sales, Francisco de Borja, Francisco Javier, y alguno más que habrá.
Un beso

Anónimo dijo...

Pido mil perdones por ese fallo imperdonable quise decir "Onomástica". Lo siento.

Ana dijo...

Un ejemplo digno a seguir, pues es dificil en un texto tan largo llegar hasta el final.. me alegro de ello y sigue así, tomare nota del libro.
Un beso!
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Mira tu que cosas que San Francisco de Borja se celebra justamente el día 3 de Octubre, y el de Asís el 4... el de Paula no se cuando es, para que veas.. pero el de Francisco Javier si, en Diciembre.. yo si que sabia de otros S. Franciscos, aparte de el de Asís.. una curiosidad, ¿sabes por que los que son de Asís los llaman Paco?... Pues por que viene de "Padre de Comunidad".. Pa.. Co.. curioso, pero cierto..
Un beso D'Paula..

Pd. Prometo no felicitarte el cuatro de octubre.!

Kinush dijo...

Viva San Paco!!! Anita cuando puedas ve a Asís, pues vas a alucinar. Yo no me he emocionado tanto en Italia como visitando la basílica donde está enterrado San Francisco de Asís. Y con las pinturas del Giotto ni te cuento, vamos para repetir.
un beso

Anónimo dijo...

Claro que llegué hasta el final. Todo un ejemplo de vida y de entrega, que conviene resaltar.
También hay que cuidar al alma y al espíritu.
Un beso muy grande.

Anónimo dijo...

San Francisco de Paula se celebra el 2 de abril, espero entonces poder disfrutar de vuestras felicitaciones, aunque si lo hubieseis hecho hoy tambien hubieran sido bien recibidas ¿Hay algo mejor que ser felicitado por un amigo/a, sea el día que sea?
Un beso

Anónimo dijo...

Por cierto, este lunes espero un nuevo capítulo de "Por siempre allí", me tienes intrigado.
Otro beso

Anónimo dijo...

Esté o no esté la religión por medio, lo que engrandece a las personas es hacer el bien.

Me he quedado reflexionando sobre el punto en el que Francisco intentó convertir a los musulmanes...No soy creyente pero en caso de que existiera un Dios, yo creo que este sería el mismo para todas las religiones...

Un beso.

Ana dijo...

Jolin Kinush!.. ese es uno de los viajes pendientes que siempre tendre y a saber si algún día puedo hacer.. pero vamos, si lo hago alguna vez te aviso a ver si vienes y me sirves de guia, ya que has estado alli!!
Un beso!
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Pues mis felicitaciones.. yo es que soy muy de S. Francisco de Asís y me emociono con estas cosas!
Un beso Alatriste!
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D'Paula, ya lo había mirado y lo apuntare, si no se me olvida recibiras mi felicitación.. y no te preocupes, que de hoy no pasa que tengas una nueva entrega!!
Un beso!
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Gracias Luisa!, en cuanto pueda me enlazo y lo leo!!
Un beso!
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De echo, yo soy creyente y creo en Dios. Cada religión tiene uno distinto con matices distintos, pero el amor y el bien creo que es el denominante para todos.. y creo que al final todos creemos en lo mismo.. el bien y el amar a los demas!
Un beso Kokrann!