El torrente inagotable de sus lágrimas fueron dando paso a una calma extraña y nueva. Poco a poco fue disminuyendo hasta convertirse en un pequeño hipo infantil. Alguien le acariciaba con ternura el pelo y la abrazaba sin preguntas. Se separo y al pronto no se dio cuenta, pero mientras transcurrían los segundos empezó a ser consciente de donde estaba. Era su casa, su modesto piso que tanto le había costado pagar, era su saloncito, apenas adornado y con los muebles precisos para vivir. Nada de lujos, nada de derroches. Alguien la miraba con ternura, era Leonardo, su amigo de la infancia, de la ya lejana guardería, de su juventud llena de vida... llena de vida hasta que un suceso inesperado acabo con todo.. aunque jamas se arrepentiría del momento que se negó a tal ultraje en su cuerpo. Respiro hondo y con voz aun ahogada por las lágrimas pidió a su amigo que se sentara. Se levanto y fue hasta una mesita donde había una tele pequeña de 14". Rebusco detrás de la tele y estrajo un paquete de tabaco y un mechero. Miro con cautela a su alrededor, en sus ojos se reflejaba una chispa de miedo, y luego, como si se diera cuenta de lo absurdo de la situación suspiro aliviada y se sentó.
- ¿Quieres? .- le pregunto mientras sacaba un cigarrillo de la cajetilla.
- Sigo sin fumar.- sonrió antes de añadir.- No soy nada varonil, ya lo sabes.
Ella sonrió por primera vez también mientras le daba unos golpecitos al cigarrillo contra la uña de su dedo gordo. Luego se lo echo a la boca, lo encendió y le dio una profunda calada.
- Sabes, Antonio no me dejaba fumar, no le gustaba.- soltó el humo muy despacio como si saboreara el momento.- Siempre tenia que fumar a escondidas.- continuo.- El siempre decía que el tabaco era solo para hombres. Una vez me pillo fumando y me ajusto las cuentas.- hizo una pausa y miro nerviosa alrededor, como si de nuevo la pudieran descubrir.- Desde entonces tengo mas precaución para estas cosas.- hizo una pausa significativa.- Supongo que ahora podre fumar cuando me plazca, ¿a ti te importa?
- No... mi mujer fumaba antes, pero a raíz del primer embarazo aborreció el tabaco y luego no volvió.
- ¡Los embarazos! ... si... - suspiro.- Yo los he tenido muy buenos siempre y me he sentido muy feliz en ellos. En ese tiempo Antonio siempre me respetaba.. porque si algo ha querido mi Antonio por encima de todo ha sido a sus hijos. - sonreía.- Era decirle que estaba preñada y ya sabia que tendría diez meses de tranquilidad.
- No te comprendo.
- ¿No me comprendes y eres hombre?... pues ya sabes... ¿es que tu nunca te has pasado de copas y al llegar a casa no has tenido ganas de ella?... ¿es que si tu mujer te ha cabreado por algo tu no le has ajustado las cuentas?
Leonardo al pronto no se dio cuenta de lo que su amiga le estaba relatando, mas su sembrante cambio a pálido al embullir bien sus palabras.... ganas de ella.... ajuste de cuentas...
- ¿El albañil te ha puesto las manos encima de forma violenta y te ha..... ?
No pudo acabar la frase, un nudo de dolor le estrangulaba las palabras.
- Como todos alguna vez... eso me dijo él cuando me pego la primera vez.- su voz sonaba natural, extrañamente natural.- y me lo repitió cuando por primera vez llego borracho y me hizo el amor sin que yo tuviera ganas.- bajo el tono de voz.- Luego con los años te vas acostumbrando, y sobre todo te acostumbras a no chillar, ni gritar para no despertar a tus hijos que duermen al lado.
Leonardo se sentia aterrado, no solo por pensar el calvario que habria pasado su amiga, si no por lo impropio de la naturalidad con que lo habia aceptado. Una rabia enorme lo invadia por dentro mas no podía demostrar otra ataque de ira... canalizo sus sentimientos para intentar hacer entrar razón a su amiga.
- Pero Julia... eso no es lo normal.- dijo con dulzura.- Lo normal es tener una relación limpia, llena de amor, de cariño, de respeto y sinceridad.
- Antonio me quería mucho... a su manera.
- Esa no es manera.- pronuncio severamente.- No se como puedes llorar por un tío así.
- ¡Era mi marido!... ¡El padre de mis hijos!.. y yo lo he amado profundamente por que era un hombre muy bueno. - pronuncio con firmeza.- A sus hijos siempre le ha dado lo mejor, nunca me ha dejado que trabaje, siempre en casa.- Suspiro y le dio otra calada al cigarro para continuar.- Es difícil llevar a tantos.. y aun así todos han tenido sus estudios... todos no... el mas pequeño ha querido ser albañil como su padre.
- Eso lo hacen todos los padres.
- No es fácil llevar una casa de once.
- ¿Once?
- He tenido nueve hijos, cinco niños y cuatro niñas.- sonrió.- Mis hijas están todas ya casadas, y bien casadas.- el orgullo le llenaba la boca.- Mis hijos varones todos tienen sus carrera... bueno, menos el pequeño que no quiso estudiar, y todos están casados también. Tengo ya diez nietos y son preciosos.- se levanto y cogió un portar retrato donde había puestos en perfecta aliniación las caras infantiles de diez pequeños.- Todos mis hijos se han ido a la ciudad, me mandan fotos y me visitan de vez en cuando.
Leonardo repasaba el portar retratos.
- ¿A que son guapos?
- Si... mucho.
Un gran silencio inundo la estancia. Leonardo no sabia como asimilar tanta información, como había llegado su amiga a aquel estado. Una chica radiante, moderna para su época, llena de vida, con tantas ganas de estudiar magisterio, de todo...
- ¿Acabaste la carrera? - al segundo de formular la pregunta le sonó realmente absurda, pero sin pensar su subconsciente la había hecho.
- Me quede embarazada..- dijo sumida en recuerdos.- él al pronto me dijo que abortara, pero yo no quise.- sonrió.- Ese fue el fin de mi principio.