Hacía tiempo que no se ponía a pensar en ella misma. Siempre eran los demás, el resto, correr.. De pronto la vida la fue desocupando de cosas, los niños crecieron y se marcharon a sus propios hogares, su esposo, amado y amante esposo, enfermo y en menos de un mes también se marcho para siempre. El tiempo que no había parado lo hizo de golpe, regreso al hogar y se encontró mirando las paredes, las habitaciones vacías. Su piso que le había parecido siempre demasiado pequeño para tantas personas se le quedo grande y vació, vació como su alma, se miro en el espejo y se dio cuenta del montón de arrugas que le habían salido... y por primera vez en mucho tiempo se dio cuenta de que su vida había sido un suspiro sin dedicarse a ella misma un ápice de ese tiempo que tan generosamente había repartido a lo demás. Se sentó derrotada en el sofá y lloró.