El excusado

Era de noche y los niños ya los tenia acostados. Mi marido se había metido también en la cama y justo cuando yo lo iba a hacer mi cuerpo me dio un estrujón y en vez de la cama me fui al excusado. Me senté, y como siempre me cogí mi libro para leer. Si, aunque parezca mentira es el único momento que tengo para leer un ratito sin prisas, de relajarme, de disfrutar de la palabra escrita. Mientras mi cuerpo hace sus necesidades mas básicas y me libra del sobrepeso y la ofuscación, mi mente se distrae en las paginas de un libro. Es gracioso, porque el otro día en un programa de salud, decían que cuando iba una al excusado a tal cuestión debe de hacerse rápidamente y sin entretenimientos, nada de quedarse estasiado leyendo el periódico. Yo pensé.. no seré la única entonces que lo hace.. habra miles de personas que cojan este ratito para tal fin. Total, que cerré el libro y me puse a pensar en lo ajetreada que es la vida, en que hay momentos en los cuales parece que no tienes nada que hacer y de pronto se te juntan cien mil cosas. En que según tu estado de ánimos hasta este acto tan común entre todos los humanos se podía hacer mas rápido, mas lento, mas pesado, mas duro... y es verdad que todo influye.

Es curioso que recordé que cuando era pequeña pensaba que los super héroes de la tele nunca tenían necesidades... ¿os imagináis a Superman salvando la tierra que le de un retorcijón?... eso supongo que lo pondría en una de esas películas que se dedican a parodiar a las otras.. esas películas que yo no suelo ver.

En fin, con todas esas reflexiones termine la faena y decidí irme a dormir, pues mi chiquitina tiene la sana costumbre de despertarse unas cuantas veces a comer en la noche.