jueves, 25 de septiembre de 2008

Por Siempre alli.

CAPITULO IV

Acabo el primer día de curso, las recogió Víctor y fueron a comprar comida al centro comercial. Comieron allí en un buffet y luego llevaron las compras al apartamento y llenaron el frigorífico. Ana se sentó en el sofá mientras su amiga entro a retocarse un poco.
- Ana, nos vamos a tomar un café, ¿te vienes?.- le dijo Víctor mirándola.
- No, no me apetece.
- Pero es que no piensas salir.
- Si, pero no ahora... tengo que repasar un poco lo que hemos dado hoy y aunque no lo creas, deseo tranquilidad y sosiego... yo..
- Lo se, y lo peor que puedes hacer es quedarte aquí pensando y comiéndote el coco. Es mejor que salgas y te distraigas con nosotros.
- ¿Te lo ha contado Paula?
- Algo me ha dicho, si.
- Pues entonces tienes que entenderme.. hoy no puedo, en serio.
- Bueno, pero de hoy no pasa, mañana te vienes, ¿vale?
Paula salió en ese momento y Ana no contesto a lo que le había propuesto Víctor.
- Vamos Ana, a tomar un cafelete y a ver el lugar.
- Iros vosotros, no me apetece salir, voy a repasar y eso..
- Pero..
- Vamos Paula, déjala tranquila.. ya saldrá cuando le apetezca.- le corto Víctor.
Ana se lo agradeció a este y vio como se marchaban. Estuvo un rato dando vueltas en el sofá y no podía conciliar el sueño. Se levanto y cogió los apuntes, le dio un repaso y asimilo lo que habían aprendido. Se concentro en aquellos folios, intento que su pensamiento no se marchara a otra parte, a otro lugar. Miro la hora y eran las cinco y cuarto, la tarde invitaba a pasear. Se levanto, ando nerviosa de un lado a otro, se asomo al balcón, el mar rugía en la lejanía.. se decidió y salió. Camino sin rumbo fijo por las calles, con el corazón en un puño cada vez que se cruzaba con alguna persona parecida a su amiga o a Víctor, no deseaba encontrarlos. Siguió paseando y de pronto se paro en seco, al llegar a una esquina lo vio. Era un bosque, un gran bosque que se extendía de forma un poco vertical y detrás se veía un castillo medieval. Cruzo la calle y un camino de piedras ascendería hasta la fortaleza. Empezó a andar por allí pero pronto se perdió de aquel empedrado, quizás demasiado gastado para ser seguido por alguien tan despistado como ella. No le importo mucho, creía que llegaría sin mas siguiendo en línea recta, pero se equivocaba. Cada vez sus pasos se fueron adentrando a zonas mas oscuras y espesas, donde los árboles se hacían tan densos que los rayos del sol no podían apenas entrar. Allí hacía mas frió. Ana se paró en seco, miro a su alrededor y no supo si aquello sería una pesadilla o un mal sueño del que no podía despertar. Su corazón salto dentro de su pecho, el miedo la aterrorizo.. ¿era una sombra aquello?. Una sombra entre tantas sombras, ¡que tontada!, pero esa se movía.. la vio otra vez, y esta vez mas cerca. Todo su cuerpo empezó a temblar como una hoja, ¿qué sería aquello que se movía tan ra..?.. otra vez.. mas cerca.. ¡Dios mío!.. pensó.. ¡por favor!.. ¡por favor!..
- ¡POR FAVOR, QUIEN SEA QUE NO ME HAGA NADA! – su grito resonó en toda aquella parte del bosque y se dio cuenta de que estaba a punto de que se le saltaran las lagrimas de miedo.
La sombra paso por un rayo de luz y Ana vio a un desconocido que la miraba.. ¿asustado quizás?... a lo mejor se había perdido también. Se miraron durante un rato sin decir nada. Ana se tranquilizo, supo que él no le podía hacer nada, era imposible.. aunque también era imposible aquella certeza que notaba en alguna parte de su mente.
- ¿Me ves?
- Ahora si, pero antes solo he visto tu sombra y por eso me he asustado.. ¿te has perdido tu también?
- Estoy algo perdido, pero mi perdida es de confusión ante tanta belleza. No comprendo como habéis podido llegar hasta aquí, ni de donde procedéis.
- Yo, es que soy muy despistada, ¿sabes?, y quería ir al castillo pero antes pues me he dado una vuelta turística por las espesuras del bosque y ahora no se salir.
- Si me seguís iremos al castillo y luego os indicare como debéis volver a vuestro hogar.
- Entonces, ¿tu te conoces esto?
- Si.
- Y si te lo conoces, ¿qué hacías por esta parte?
- La vi y al ver que entrabais aquí, os seguís, pues temía que os perdieseis como al final os ha pasado.
- Te dedicas a espiar a la gente y a guiarlos si se pierden, por eso estas vestido de la edad medieval, ¿no?. Pues vaya trabajo, chico.
El chico se miro a él mismo y miro a Ana.
- No trabajo en eso mi bella dama.. yo..
- Me llamo Ana, no me digas mas lo de que soy bella, y anda, salgamos de aquí.
- Mi nombre es Rodrigo.- se inclino ante ella.- su leal lacayo.
- Rodrigo, por favor, indíqueme el camino de salida.
- Ahora mismo, princesa.
Ana no respondió a aquello y se dejo guiar hasta el castillo. Rodrigo se movía con mucha facilidad por aquel enrevesado bosque, era lógico que se lo conociera muy bien. En pocos minutos llegaron hasta la fortaleza donde no había nadie.
- Ya hemos llegado, princesa.
- ¿Se puede entrar dentro?
- No, esta cerrado pues lo están restaurando.
- El exterior es muy bonito.
- Esta muy bien conservado, se lo puedo asegurar, he visto muchos castillos que casi me han entrado ganas de llorar al verlos tan destruidos.
- ¿Y eso?
- Pues por qué fueron grandes fortalezas como estas y los hombres no han sabido conservarlas.
- Veo que hablas con pasión de este tema, en serio, ¿no eres un guía?
- No, solo me dedico a sacar a las bellas damas como tu de algún que otro apuro.
- ¡No me lo puedo creer!.. Rodrigo, ¡tu necesitas gafas!.. antes lo relacione con la oscuridad que había, pero ahora, ¿tu me has mirado bien?
- Te puedo asegurar que nunca vi flor tan hermosa que surcase este bosque y que estuviese en las cercanías de este castillo. Eres la luz que me faltaba en mi vida, iluminas las tinieblas de mi pobre corazón.
- Menos cachondeitos, ¿vale?, me acabas de conocer.
- Princesa, no sabes como he esperado tu presencia, se que eres tu aunque no me creas, aunque no me entiendas...
Ana se quedo sería, se vio reflejada en aquellos ojos verdes, profundos, y misteriosos que no tenían fin. Tuvo la certeza de que aunque fuese asombroso, Rodrigo no le mentía, que palpitaba su corazón, que por alguna rada circunstancia ella era el centro de algo que se perdía.
- Me voy, es tarde.- se sentía nerviosa y asustada.
Pasaron unos segundos eternos, un silencio atronador, Rodrigo lo rompió.
- ¿Te gustan las rosas?.- le preguntó mientras le señalaba unos rosales que había en un jardín ante el castillo.
- Si.- dijo mientras se acercaban al rosal.
Las miro y eran rosas realmente bonitas, había de todas los colores y los tamaños, pero Ana le llamo la atención una que tenía un rojo aterciopelado especial, mientras que el los bordes de los pétalos se volvían mas oscuras.
- Esas son preciosas.
- Y únicas, solo se han conseguido aquí, te cogería una pero están protegidas bajo multa, es arriesgado hacerlo ahora.
Ana se quedo un buen rato contemplando la suavidad de sus colores, su fragancia que embriagaba todo.. se olvido durante un rato de donde estaba, solo era el perfume, la visión... estaba atardeciendo, los colores del cielo, del bosque, del castillo, de todo.. y allí, en un lateral casi apartado estaba él, Rodrigo. Lo miro de otra manera, aunque su vestimenta no fuera la normal de un chico de su edad, lo vio como un caballero quizás de aquellos años, de alguna de las películas que había visto en el cine o en la tele.. era distinto, de eso no cabía la menor duda.
- ¿Te acompaño? .- su voz la saco de sus pensamientos.
- ¿Qué?
- Te marchabas ya.. ¿deseas que te acompañe, princesa?
Princesa, ¿por qué no la podía llamar Ana?. El esperaba su respuesta, de pie mirándola con ternura.
- Venga, si, no vaya a ser que me pierda.
- Hay que irse por el sendero, ¿lo ves?
- Es que soy muy despistada y bueno..
- ¿Qué hacías sola?, la gente suele venir en grupos.
- Me apetecía pasear sola y bueno pues una excursión al castillo no era tan mala idea.
- Hasta que perdiste el sentido de la orientación.
- Si, supongo que si. La verdad es que he pasado miedo, me veía durmiendo en el bosque y esperando a que me salvaran. Gracias a Dios que me has visto, que si no.
- Te hubiese encontrado de todas maneras. Doy muchas vueltas por el bosque buscando cosas.
- ¿Qué es lo que buscas?
- ¿Aparte de damas en apuros?
Ana no pudo contener la risa.
- ¿Me lo vas a seguir echando en cara lo que queda de recorrido?
- No princesa, no podría. Busco troncos, ramas, me gusta observar a los animales y cuido de que no haya gente que destroce el entorno.
- Eres como un guarda forestal.
- Digamos mejor que en el bosque tengo una cabaña y que cuido el sitio donde hábito.
- Eso no lo hace la mayoría de los humanos, es algo que te honra.
- Tu me honras princesa, eres maravillosa.
- Por favor, tengo un nombre, soy Ana, no soy ninguna princesa.
- Sé mi princesa, seré tu más fiel lacayo.
- Y mas vestido así..
Rodrigo cayo, su expresión cambio a mas triste.
- Lo siento, supongo que he sido una bocazas.
Rodrigo no contesto y pasearon un rato en silencio.
- ¿Aceptas ser mi princesa?
Ana se paro en seco y lo miro intensamente.
- Mira, es que no entiendo muy bien lo que quieres decir cuando dices eso. La verdad, solo voy a estar aquí una semana, estoy haciendo un cursillo, te acabo de conocer y tu, ¿me estas pidiendo de salir?
- ¿De que?.. no comprendo.
- De salir.. ya sabes, que salgamos juntos, para conocernos mas, y esas cosas.
- Yo.. quiero compartir mas momentos contigo, eso es todo y que me dejes que te llame princesa, y ser tu mas fiel servidor, solo eso.
Ana empezó a andar, estaba confusa, ¿compartir mas momentos con ella?. Llegaron al principio del sendero de piedras y Rodrigo se paro allí.
- ¿Desde aquí sabes llegar a donde vives?
- Si, yo creo que si.
- Pues entonces aquí se separan nuestros caminos.
- Sobre lo que me has dicho.
- Piénsalo, si deseas volver te estaré esperando. Mis intenciones son nobles. te puedo asegurar que solo soy un pobre lacayo que desea volverte a ver.- se inclino ante ella y se quedo mirándola en silencio.
Ana cruzo la calle y se fue para el apartamento, estaba llena de dudas sobre aquel extraño personaje.

Paula entró al apartamento y se encontró a su amiga en la salita viendo la tele.
- ¿No has salido en toda la tarde?
- No.
- Bueno, pues mueve ese culo que nos vamos.
- No gracias, no tengo muchas ganas.
- Oye guapa, aquí no hemos venido para que te pases la vida echando michelines en el sofá, ¿sabes?
- Ya saldré.. no tengo ganas.
- Claro, seguro que has estado toda la tarde perreando y así estas. Aunque tengo una oferta que no vas a poder resistirte, nos vamos al cine.
- ¿Al cine?
- Si guapita, al cine. Así que ya te puedes ir moviendo.
- Eso es otra cosa.
Ana se levantó como un resorte y se miró, si, llevaba pelas.
- ¡Vamos?
- Es la formula mágica para sacarte de aquí.. es que no falla..
- Que bien lo sabes.
Las dos amigas salieron del apartamento y se marcharon.
Llegaron casi a las doce. Ana se acostó en la cama y antes de dormirse le vino a la mente los ojos de Rodrigo.. esos ojos no podían mentir, eran distintos a todos los que había visto hasta ese momento.. eran especiales. Sonrió para si.. dudaba si ir al siguiente día o no, por otra parte estaba Paula y Víctor, se emperraban en que saliera con ellos.. no sabía que hacer y pensando en eso, se quedo dormida.

12 comentarios:

Tere dijo...

A ver si es un caballero de esos de los castillos,que quedó alli su fantasma rondando y solo lo puede ver Ana,por que esa forma de hablar tan caballeresca....no es de esta época.Y segun viste tampoco.
pero bueno,esperaremos al siguiente a ver lo que pasa.Yo creo que si ira a la cita.

Besos!

Ana dijo...

¿Quien sabe?... la proxima semana dejare otro capitulo!!...
Un beso Tere y gracias por seguir leyendo!!

Anónimo dijo...

La verdad es que tiene toda la pinta de ser algo fantasmagórico. Bueno puede ser tambien un idealista aferrado a unas costumbres y forma de vida. No sé, algo así debe ser. Seguiremos leyendo tu historia
Un beso

Extensus dijo...

Relato muy interesante. Estoy deseando leer el siguiente capítulo. Saludos.

Ana dijo...

Como todo en esta vida, el tiempo (en este caso la historia) lo dira..
Un beso D'Paula!

----------------

Pues para la proxima semana tendras un poquito mas de este relato.
Un beso Extensus!

Anónimo dijo...

Me puse al día con tu relago, niña.
Mi más sentida enhorabuena, porque sabes captar la atención.
Con esto de que sea un serial, nos tienes en ascuas. Je, je, je.
Cuídate.

Gorky dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gorky dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gorky dijo...

Perdido por el monte, vestido raro, ojos verdes, habla caballeresca y sopechoso de dopaje ... Ese Rodrigo es Pocholo.

Se está poniendo interesante este poltergeist romántico.

Los cafés de Paula de más de 4 horas... me da que se toma más de uno con el amigo Victor.

Coincido con Alatriste, el formato serial crea intriga.

Besazos

Ana dijo...

Gracias por decirme algo así, vamos a ver si la sigo captando en proximas entregas.
Un beso Alatriste!
--------------

Pocholo no!!!.. para nada!!!.. y Paula date cuenta que sale con Victor, es normal que esten varias horas al día juntos!! ..
En fin, vamos a seguir con la intriga, a ver que tal!
Un beso Gorky!

Unknown dijo...

ANA, ESTOY ALUCINANDO CON ESTE CAPITULO IV... madre mía, que capacidad inventiva qué tienes!... y casi todo en diálogo que tiene más dificultad... y con toque de miedo (lo del bosque). Muy currado y bien escrito, de verdad. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Hola Ana,

¿sabes? Estoy en el comedor de mi casa escribiendo en el ordenador a oscuras con la radio puesta con un volumen bajo. Supongo que eso habrá influído en que mi cabeza haya visualizado tan bien las palabras que acabo de leer.

Yo creo que Rodrigo no es de esta época. Por su vestimenta, por su forma de hablar...¿A cada chica que se pierde por allí la llama Princesa? Sería bonito que sólo se dirigiese así a Ana.

Voy a seguir leyendo.

Un abrazo.