lunes, 15 de diciembre de 2008

Por siempre alli - 2ª Parte

CAPITULO XIII

- ¿Qué no vas a salir esta noche?, pero tía, tu sabes lo que estas diciendo.
- Si, que no voy a salir.
- Pero, ¿por qué?
- No me apetece.
- Un sábado por la noche, en un sitio que no es Sotram y no sales.. perdona que te lo diga pero tu estas mal de la cabeza.
- Muy bien, estaré como quieras, pero no.
- La verdad es que no te comprendo, eh.
- No quiero que me comprendas, solo quiero que me respetes y me dejes aquí, tranquilamente, solo eso.
- Bueno, si eso es lo que quieres.
- Eso es lo que quiero.
Paula se encogió de hombros y se metió en el cuarto de baño para darse los últimos retoques. Llamaron al timbre, Ana se levantó abatida, sabía que no llegaban a por ella esa noche.. no era como en su sueño.
- Hola.. ¿y Paula?
- Acicalándose todavía.
- No, ya he terminado.
Se acercó hasta Víctor y lo beso, a continuación se arrodeo para su amiga.
- Ana, en serio, ¿estas bien?
- Si, ¡ala!, iros los dos.
- ¿No te vienes? – pregunto Víctor extrañado.
- No me apetece salir.
- Si hace una noche fantástica..
- Ya, pero no.. no me insistáis mas, por favor.
- En fin.- le dio un beso a su amiga.- aquí te quedas tontona, pero que sepas que no me voy conforme.
- Ya, ya.. anda, que os lo paséis bien – comento sonriendo.
Cerro la puerta y la mas absoluta soledad pobló la estancia. Se suponía que a esas horas, según su sueño, debería de estar cenando con el chico que se repetía en su mente una y otra vez, Rodrigo. Lo que había vivido era igual que en su sueño, todo menos él. Se asomo a la ventana y las estrellas apenas se podían ver desde allí con las luces de la ciudad, oyó el rumor del mar a lo lejos. El mar, la mar que siempre la había consolado con su nana interminable. Se marchó a buscarla, necesitaba estar a su lado. Se quito las chanclas y se metió en la arena, se sentó tranquila cerca de la orilla y respiro hondo. Desde allí si se podía ver las estrellas, la luna llena e inmensa. En su mente empezó a sonar por alguna extraña razón la canción “Dentro de mi” de David Summer, una estrella fugaz cruzo el firmamento iluminándolo con su estela, ella deseo que si realmente existía el tal Rodrigo, conocerlo, si no, olvidarlo de una vez. Noto un aliento cerca de ella, un leve golpecito en la espalda, el corazón le dio un vuelco.. ¿sería él?.. miró y era Zahir.
- ¿Que haces tu por aquí?, eh.
Se levantó y se montó con soltura, paseo en aquel hermoso animal por la playa, por la parte antigua del pueblo, hacía el castillo, se introdujo en el bosque, llego hasta el claro donde se suponía que allí debería de estar la cabaña, el animal la invito a que bajase. Ana así lo hizo y deambulo por donde debía de estar, el porche, la entrada, la chimenea.. cada espacio era un recuerdo, un recuerdo de algo que ella mismo había vivido en aquel hermoso sueño. El corazón se le encogía a cada paso que daba, ¿por qué?.. si realmente existía aquel chico, ¿por qué no estaba allí?.. era angustioso todo aquello, deseaba fervientemente que acabase de una vez. Se montó en el caballo y se marcho de allí apresuradamente, subió hasta el castillo y paro de nuevo ante la derrumbada entrada. Debía de cruzar, quizás esa noche notara algo, como en su sueño. Traspaso el umbral, despacio fue recorriendo los interiores de aquel castillo, en su mente se transfiguraban escenas soñadas con él. Se bajo del caballo y entró de nuevo, cada habitación derrumbada era un trozo de aquel largo sueño. Las escaleras, empezó a subirlas, se detuvo, estaban rotas en mitad.. se sentó allí e intento recordar lo que ocurría, intento recordar...
Se despertó y al pronto no sabía donde estaba, miro a su alrededor y era un edificio derrumbado.. si, su mente empezó a atar cabos, era el castillo, estaba sentada en las escaleras, esas escaleras que no podía subir pues estaban rotas por mitad. Miro la hora, eran las cinco de la madrugada, se levanto despacio, salió a la puerta. En ella estaba Zahir esperando tranquilo y sosegado, le acaricio el morro al fiel animal y con el corazón encogido descendió por el sendero hasta el apartamento. Zahir la siguió tranquilo hasta la misma puerta, cuando la vio que iba a entrar relincho suavemente, Ana se volvió, en los ojos del animal pudo casi distinguir una mirada humana, una mirada oscura y profunda que le pedía que no abandonase, que luchara por descubrir la realidad de ese sueño. Echo las rodillas a tierra y las patas de atrás invitándola de nuevo a pasear sobre su lomo, ¿qué más daba?, al fin y al cabo tampoco le apetecía estar sola en aquel apartamento donde el sueño no la visitaría. Monto de nuevo, se agarro fuertemente, el caballo se levantó feliz, empezó con un alegre trote, avanzando por las calles, luego el trote pasó a ser un desenfrenado galope. Ana no sabía donde se dirigía, tampoco le importaba mucho, cerró los ojos, al rato noto como algo le mojaba los pies, en sus oídos, el rumor del mar. Aquella sensación de bienestar la calmo por dentro, noto que su ansiedad se esfumaba. El galope de Zahir fue aminorando hasta pararse del todo, Ana abrió los ojos, ante ella estaba el lago donde con él disfrutaría una agradable tarde de verano. Descendió del caballo, se tumbo sobre la hierva, en el cielo se veían miles de estrellas, sus ojos se fueron cerrando casi sin querer, al rato dormía placidamente.

Paula llego al apartamento, miró la hora, eran las ocho de la mañana. Supuso que Ana estaría aún durmiendo así que no quiso despertarla, como no se acordaba si le había dicho lo del autobús le dejo una nota para que la viera y se acostó a dormir.

Ana se despertó, miro somnolienta a su alrededor. Estaba en el lago, aquel lago donde lo encontrara en su sueño, donde hablara con él, donde le dijera.. él era un fantasma, un ser irreal que solo podía ser visto por los animales y por ella. Recordó que en su sueño ella se tiraba al lago, él la rescato, que estaba frío como el metal, que hay acabo todo, al regresar al apartamento terminaba su sueño. Realmente regresaría ese día a Sotram, según su sueño el autobús salía a las cuatro. Miro el reloj, eran las doce de la mañana, Zahir estaba allí pastando, lo llamo para regresar al hogar, desde el portal vio como el animal se perdía por las calles en busca de nuevo de su manada. Realmente todo era un poco extraño. Subió, se encontró la nota que ya esperaba, se ducho y empezó a hacer el equipaje. Como ya esperaba su amiga la interrumpió haciendo este y la informo de que Víctor las recogería a las tres y medía. Comieron y a la hora prevista llegaron a la estación. Ana tenía una extraña sensación de vació, aunque por otra parte tenía la esperanza de que al siguiente día sería como si nada de aquel extraño viaje hubiese pasado, que todo volvería a la tranquilidad. Solo le faltaba un pequeño detalle, la despedida de Alex que llego cuando ella esperaba, ni antes ni después, tal y como estaba soñado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver si aparece Rodrigo de una vez, que la pobre Ana se va a ir algo triste...

Un beso.