jueves, 9 de octubre de 2008

Por Siempre alli.

Ayer, al final no os pude dejar ningún capitulo de "Por siempre allí" pues el resfriado de nuevo me ataco con fuerza. Hoy, a Dios gracia, estoy bastante mejor, así que sin mas demora os dejo la continuación de mi mini-librillo..



CAPITULO VII

El cuarto día de cursillo para Ana fueron las horas eternas, apenas comió y se tumbo en el sofá abatida.
- Ana, ¿qué te pasa?, te veo muy mal.
- Será el tiempo.
Paula miro por la ventana y estaba nublo.
- Si, ha cambiado, ya ves, esta algo loco.
- Creo que me voy a acostar.
- Entonces, ¿hoy tampoco vas a echarte un café con nosotros?
- No.. lo siento.
Se levantó del sofá y se entró a su cuarto tumbándose en la cama. La rosa se estaba empezando a marchitar, lo mismo que ella misma, pensó mientras la observaba con pesimismo.
A las cuatro y medía oyó a su amiga irse, se dio la vuelta en la cama. Sus pensamientos retornaban una y otra vez a Rodrigo. Por una parte quería ir a ver si estaba, encontrarlo, hablar con él, disculparse. Por otra parte temía la reacción que podría tener, al fin y al cabo no lo conocía mucho.. o no encontrarlo ni siquiera. Dio varias vueltas en la cama y se levanto nerviosa, se asomo al balcón, las nubes pasaban lentas, amenazaba lluvia. Respiro hondo y tomo una determinación, le debía una disculpa..
Salió a la calle y se encamino para la esquina, si no estaba lo buscaría..

- ¿Y Ana?
- Se ha quedado en el apartamento.
- Desde ayer esta mas sería, incluso abatida.. me da un no se..
- Lo esta pasando muy mal, es que fue un golpe duro.. y los días que está así la cosa se pone peor. Víctor tomo un sorbo de café pensativo.
- ¿Y si le regalamos algo que le haga ilusión?, a lo mejor se anima.
- No es mala idea, ayer se probo un vestido que le quedaba muy bonito y le gusto, pero no se lo compro al final..
- Podríamos ir a echar un vistazo.
- Eres un sol, piensas en todos.
- Sobre todo en ti.- y la beso.
- Te quiero.
- Yo también.

No estaba en la esquina, miró la hora y eran las cinco de la tarde. El alma se le hundió aun más. Se quedo allí un rato, pensando, mirando, tenía que encontrarlo, no sabía porqué, pero debía de hacerlo. Se encamino para el castillo, ni un alma, nadie.. siguió caminando, incansable.



Un jinete se veía a lo lejos.. un caballo, que sueño, a ella le encantaban esos animales y eso la hizo sonreír. El jinete se paró unos segundos y soltó a galope al animal. Ana vio como se aproximaba a gran velocidad, era un loco.. ¿es que no la había visto?.. se aparto del camino, esa silueta, ese rostro, el corazón le empezó a palpitar a cien por hora. Cuando se aproximo mas fue deteniendo al bello corcel en su feroz carrera, y lo detuvo completamente al lado del Ana.
- ¡Has venido, princesa! .- su tono era tan alegre que Ana se olvido de todo lo que iba a decir.- ¡sube!
Le dijo algo al animal y este se sentó de franco trasero y se doblo de manos. Ana subió con facilidad y este se elevo.
- ¿Has montado alguna vez?.- le pregunto.
- No.- contesto todavía sin creerse muy bien lo que ocurría.
- Pues entonces iré despacio, coge te bien.
No sabía si estaba soñando, no sabía si todo era realidad, solo noto un suave trote bajo ella. Se agarro a aquel que conducía en aquel momento su vida y cerro los ojos... se dejó llevar simplemente.
Noto que paraban y abrió los ojos, estaban en la playa. Corría aire y las olas estaban mas enloquecidas que de costumbre.
- Parece que Neptuno y Poseidón están luchando. – comento Ana.
- Dioses, dioses mitológicos.
- ¿Te gusta la mitología?
- Algo se de ella, pero no me interesa mucho.
Ana no supo como lo hizo, pero en un rápido movimiento lo vio en el suelo.
- Vamos princesa, te ayudare a bajar de Zahir.
- ¿Cómo lo has hecho?
- ¿El qué?
- Bajarte tan rápido.
- Zahir baja la cabeza y yo, vulgarmente hablando, paso la pierna por delante y al suelo.
- Interesante, ¡que flexibilidad!.... yo hago eso y tienen que avisar a un masajista para desencajarme.
Rodrigo sonrió de buena gana.
- No sera para tanto!
- Si, no creas.-Le comento divertida.- En gimnasia era un desastre.
Pasaron unos segundos en que se miraban sin hablar, Rodrigo lo rompió.
- ¿Deseas quedarte en su lomo?
- ¡Ah!, ¡no!.. – sonrió abiertamente.- pero, ¿cómo me bajo?
Rodrigo le dio unos golpecitos al animal y este hizo el mismo movimiento de antes, Ana descendió y lo primero que hizo fue quitarse los zapatos en la arena.
- Princesa, daremos un paseo por la playa y te enseñare unas cuevas muy bonitas que hay por aquí. Mas tarde, seguiremos la ruta por algunos sitios de los alrededores, a no ser que quieras hacer otra cosa.
- Tu eres el guía, así que haremos lo que hayas pensado.
- Bien.
Empezaron a andar por la playa y el corcel los seguía fielmente.
- Es muy bonito.
- ¿El paisaje?
- Tu caballo.
- ¿Zahir?, lo tengo desde que era un potrillo, es una de mis pocas compañías.
- Pero tu, ¿no tienes amigos?, ¿no sales con gente del pueblo?..
- No.
- ¿Y tu familia?
- Me independice de ellos hace ya muchos años.
- Supongo que tantos no, no creo que tengas más de veinticinco años.
Rodrigo se paro y miro al mar, en su cara había un distinto tono de melancolía.
- ¿De verdad me crees tan joven?
- Si, vamos, no me dirás que los años es que no pasan por ti.
Se quedo un rato en silencio, pensativo.
- ¿Y como se notan los años?
- Pues por la cara sobre todo.. cuando uno se va haciendo mayor empiezan a salirle canas, arrugas y... ¿me estas tomando el pelo?.. te estoy explicando algo que es obvio, que deberías de saber.
- Sabes princesa, me gustaría envejecer a tu lado.. estoy cansado de.. – se paro en seco y siguió paseando en silencio.
- ¿De que? .- Rodrigo no contesto. - ¿de que te hagan daño?
Rodrigo no la miraba, no paraba de dar un paso tras otro. Ana creyó conveniente no seguir hablando de aquello y caminaron en silencio hasta llegar a unas rocas.
- Entre estas rocas hay un pasadizo que sube por dentro hasta lo alto de aquella cima.- explico mientras señalaba.- ¿quieres verlas?.. son bonitas, pero subir por ahí resulta algo cansado.
- Si para eso he venido, para explorar.
- Pues entremos.
Rodrigo se metió por una entrada que a simple vista no se veía y Ana le siguió. Dentro estaba húmedo y oscuro, Rodrigo se perdió, pasaron varios segundos que parecían interminables. Ana empezó a inquietarse, una luz disipo las tinieblas, Rodrigo sostenía una antorcha y su rostro tomaba matices mas finos, mas claros, mas etéreos.
- Por aquí.- le indico.
El camino era algo escabroso, había que tener cuidado. El mar se oía de vez en cuando chocar contra las paredes y a Ana aquello le producía un poco de miedo.
- No pasa nada, aunque parezca que va a entrar, las paredes de estas cuevas son lo suficiente gruesas para resistir.
Ana se sintió aliviada ante el comentario de su amigo. A lo largo del escabroso camino había miles de formas caprichosas que el tiempo y la continua erosión habían formado en la piedra, colores distintos, fantásticos. Dibujos antiguos que Rodrigo iba alumbrando y explicando a Ana. La cuesta se hizo más fácil en su último tramo, después de mucho andar salieron al exterior haciendo un poco de escalada. El cielo seguía nublado y corría un aire mucho mas frío que hizo tiritar a Ana.
- Princesa, ¿tienes frió?
- Un poco.
Rodrigo se quito la camisa y se la paso a Ana por los hombros recubriéndole los brazos.
- No Rodrigo, te vas a quedar congelado.
Fue a quitársela pero Rodrigo se la retuvo por los hombros.
- No te preocupes por mi, Princesa, yo nunca tengo frío.
Ana por primera vez se fijo en Rodrigo. Su extremada palidez era evidente, el reflejo de la antorcha no era solo eso, era casi albino. Su cuerpo estaba bien formado, bien proporcionado, la naturaleza había sido generoso con él, y su rostro.. resaltaban sus enormes y preciosos ojos verdes, que se perdían como un misterio, como si llevase siglos mirando al mundo y esperando una respuesta.. pero aquel pensamiento era absurdo, no tendría mas de veinte años.
- Princesa, ¿En que piensas tan callada?
La pregunta la sobresalto.
- Estaba observándote, preguntándome otra vez tus años, ¿por qué no me lo dices?
- ¿Cuántos años tienes tu?
- ¿Si te lo digo me lo dices?
- Te tendrás que arriesgar?
- Veinte.
- Supongo que tengo más o menos esa edad.
- ¿Supones?
- Si, unos veinte.
- Vale, me quedaré con la incógnita.
Ana se dio la vuelta y sintió debilidad en las piernas, se sentó y se puso a observar el paisaje, era muy bonito y tranquilizador.
- ¿Qué pueblo es aquel?
- Castillo del mar, estaremos a unos tres kilómetros mas o menos.
- ¿Me estas diciendo que hemos recorrido 3 km.?, pero si cuando me señalaste la cima parecía que estaba mas cerca.
- Si, es engañoso, ¿verdad?
Ana asintió con la cabeza.
- Así que estoy un poco cansada.
- Pues descansa, princesa, descansa.
Ana cerro los ojos y respiro hondo, su olfato se lleno de una fresca fragancia, le venia de la camisa de él, era algo distinto a lo que había olido hasta ese momento, no sabía definir. Ese olor se mezclo con el sabor a mar, el gran azul entraba por sus sentidos como una locura elocuente, pero lo mas profundo, lo que descubría que aquel minúsculo sentimiento que sentía hacía quien la acompañaba estaba llenando de forma vertiginosa su corazón, lo estaba barriendo, lo estaba limpiando, lo estaba sanando.. ¿no era demasiado pronto para eso?.. no lo sabía bien.. solo deseaba poder notarlo cerca, estar a su lado, sin mas, en silencio.
- Princesa, estas muy callada.
Su voz la saco de aquel mutismo, se había sentado a su lado.
- Estaba pensando.
- ¿En que?.
- En muchas cosas a la vez y en ninguna en concreta.. es que.. no se... yo..
Rodrigo la miraba, aquella luz que emitía la calmaba, la hacía mecerse en una tranquilidad que no comprendía..
- Princesa, no debes pensar tanto, solo debes de vivir y sentir la vida.
- Rodrigo, cuando vine aquí a hacer el cursillo quería alejarme de cosas, de acontecimientos de mi pasado, pero nunca creí que fuera de esta manera, yo.. el día que te conocí creí que estabas algo majareta, con aquella pinta de medieval..
Rodrigo se empezó a reír de buena gana.
- No me lo recuerdes, fue divertido.
Ana lo miraba sería.
- Pues no tenía claro si venir o no al siguiente día, pero tu, me diste una razón.. la rosa, tenía que venir al menos a darte las gracias... la verdad es que me alegre de haber venido, y hoy, vine a buscarte con la excusa de disculparme por lo de ayer.
- No princesa, no me debes nada, yo soy quien te debe a ti..
- No, no.. – le interrumpió furiosa – yo por una parte quería venir a darte una buena razón por la cual ayer falte a mi cita, y por otra, deseaba estar contigo, tu me haces sonreír, me entras en un mundo distinto donde el tiempo pasa demasiado deprisa, y estoy confundida por qué yo no se lo que realmente me pasa a tu lado.. yo..
Sus palabras quedaron suspendidas en el espacio, su mudez era total, era injusto amargarle la vida a alguien que la alegraba a su vez, pero algo estaba abierto, una brecha, una fuga.. Rodrigo la acuno de nuevo con el tono de su voz, suave, cálido.
- Princesa, ¿quién te ha hecho tanto daño?
Ana no contesto, Rodrigo aguardo paciente y espero a que las olas sacaran las palabras.
- Salí con un chico, se llamaba Juan e iba conmigo a el instituto, hemos estado seis años juntos, seis, me dejo en Marzo, ya ves, ahora estamos en Mayo... apareces tu y en 4 días me haces olvidar que hay otro mundo... pero yo no se si lo que siento por ti es cariño o algo mas, por qué me das tanto por nada, me tratas tan bien.. nunca nadie me había tratado como tu lo haces, ¿sabes?.
- Supongo que tu chico si.
- Ayer cuando falte a la cita, yo, no sabía como ibas a reaccionar al verme, pero te busque.. Juan me hubiese echado una bronca y tu, nada, feliz.. tu eres distinto, no eres como nadie que he conocido.. ¿de donde sales?
- Princesa, no te tortures mas, tu eres la vida que me falta y la que me hace por unos momentos creer que estoy vivo.. no quiero verte triste. Solo deseo que disfrutes del momento, que pienses en lo que vamos a hacer a continuación, que es algo bien sencillo..
Mientras decía esto Ana noto una respiración a la espalda y un suave toque en la misma que la asusto, a continuación el morro de un caballo le pasaba por encima del hombro y por el lateral de la cara.
- Zahir, no seas malo.- dijo Rodrigo sonriendo.- le has gustado.
- Pues se me ha ido un escalofrío por la espalda por qué me ha dado un toque y no veas.- dijo Ana sonriendo a su vez.
- Princesa, espero que siempre estés así, con esa luz de alegría en la cara.
Rodrigo se levantó del suelo y Ana lo hizo también.
- Ahora te voy a llevar a un sitio donde hay caballos salvajes.
- Toma la camisa, ya me he calentado.
Rodrigo agradeció el gesto y se la puso, Zahir se arrodillo de pies y manos y los dos subieron a su lomo.
- ¿No llevas montura?
- No me gusta, Zahir no sabe lo que es eso ni tampoco sabe lo que es un bocado, ni una espuela, ni una fusta. El es libre de ir y venir por donde quiera y me es fiel a la vez cuando lo necesito. Solo le pongo un lazo para dirigirlo y una manta atada con una correa para que no se escurra.
- Como los indios.
Rodrigo imito el grito de un indio y Zahir se puso al galope, Ana cerro los ojos y estrecho aquel que la hechizaba. Descendieron por un sendero y se dirigieron a una llanura cercana. Ana quedo maravillada, allí había una manada de unos cuarenta caballos que pastaban tranquilamente. Rodrigo descendió de Zahir y ayudo a Ana a hacerlo, acto seguido le quito el lazo y la manta que la doblo con agilidad. El animal al sentirse liberado miro a su amo y relinchando se marcho para la manada a gran velocidad, esta pareció no inmutarse apenas.
- Son preciosos estos animales.
- ¿Te gustan?
- Mucho, el gran sueño de mi vida es aprender a montar y tener uno.
- Quizás algún día puedas hacerlo.
- Difícil lo veo, es complicado.
- ¿Por qué?
- No se, pero...
- Nada es imposible en esta vida, solo debes de esperar. Mira yo, creía que era imposible el..- paro de golpe, como si fuera a decir algo que no debía, dudo un segundo.- .. el encontrar a alguien como tu..
- Iba a decir otra cosa, ¿qué era?
- Nada distinto a lo que he dicho.- afirmo nervioso.
Pero Ana supo que le mentía aunque se conformo con lo que dijo. Se sentaron cerca de la manada y observaron en silencio el transcurrir del tiempo y los movimientos de los animales. Ana nunca había disfrutado de largos silencios con Juan, lo recordó, sus silencios juntos siempre habían sido sucesores a una pelea o a algo que le había echado en cara. Era la primera vez que un silencio con un chico era señal de paz y armonía, de tranquilidad y sosiego, unos débiles rayos de sol que atravesaban las nubes le calentaban fugazmente la cara y de nuevo cerro los ojos en señal de bienestar, cuando los abrió miro distraídamente la hora, no lo podía creer.
- Rodrigo, es tarde, deberíamos de marcharnos.
- Como quieras princesa.
Silbo y Zahir se acerco presuroso.
- Princesa, ¿Quieres montar?
- Pues, yo, no se, es que nunca lo he hecho y..
- Es muy fácil, lo harás bien.- dirigiéndose al caballo.- Zahir, busca a Azahara.
El animal se introdujo en la manada y a los pocos segundos llegaba precedido de otro corcel. Rodrigo puso la manta y el lazo a Zahir y este se agacho.
- Princesa, monta y aprieta bien la piernas
Ana hizo lo que él le dijo y Zahir se elevo con esta en su lomo, cogió el lazo que le dio Rodrigo y observo como magistralmente él se montaba de un salto sobre el otro animal.
- Princesa, vas a aprender a montar a caballo, no es tan difícil realizar algunos sueños.
- Pero yo.. estoy asustada..
- No temas, oye el viento, él dice que aprenderás con facilidad. Fíjate en mi princesa y pronto sabrás.
Ana vio como Rodrigo le daba a Azahara en los francos y lo imito. Los dos animales andaban al compás, despacio, y poco a poco Ana se fue amoldando a aquel rítmico movimiento. Pronto de andar pasaron a un alegre trote y al final los dos acabaron en un acelerado galope. Ana no comprendía como siendo la primera vez que hacía aquella proeza pudiera salirle tan bien, con tanta naturalidad, su cuerpo se adaptaba completamente. No supo el tiempo que estuvieron galopando y apenas se fijo en los paisajes que pasaba a su alrededor, poco a poco los animales volvieron a un trote y al final a su paso normal.
- Princesa, eres una estupenda amazona. No me atrevía a entrar en carrera pero tu misma la has pedido.
- Pues yo estoy alucinada, no me lo puedo creer... nunca, nunca.. es la primera vez que hago algo así y..
- Quizás no sea la primera vez.
- Hay cosas que las puedes hacer por intuición, pero montar..
- Princesa, algunas veces si sueñas mucho algo luego te sale con naturalidad.
- Puede ser, quizás haya soñado esto antes.
Rodrigo paro su montura, entonces Ana recobro el sentido del entorno, estaban al principio del camino del castillo.
- Princesa, Zahir te llevara a casa, yo me quedare aquí esperando que vuelvas algún día.
- Lo dices como si no fuera a volver.
- Es una decisión que es solo tuya.
- Sabes, voy a hacerte caso, voy a vivir el momento, “Carpe diem”, como se dice... y para vivir ese momento hay una formula mágica, y eres tu, así que, hasta mañana por la tarde.
En el rostro de Rodrigo Ana pudo divisar una felicidad infinita, se quedaron un rato mirándose, esperando algo más, algo que no llegaba. Ana azuzo a su montura y Rodrigo se quedo allí, notaba su mirada en la espalda, sabía que la observaba..

Entró al apartamento y Paula ya había regresado.
- ¿Dónde has estado?
- Fui.. – dudo un segundo – a la papelería esa que hay a un par de calles de aquí a ver si encontraba alguna revista o algo..
- ¿Y encontraste algo?
- No, no había nada interesante, solo revistas de cotilleos y ya sabes que a mi eso..
Paula observo a su compañera.
- Estas mas animada..
- Si, creó que este clima me viene bien, al menos no pienso tanto en..
- Los chicos van a venir a cenar, traerán comida china y una peli de video, podríamos preparar algo, ¿no te parece?
- Si, si, estupendo.
- Pues manos a la obra.
Paula se entro para la cocina y Ana suspiro, era un alivio saber que su amiga seguía sin sospechar nada.
- Por cierto Ana, ese paquete que hay encima del sofá es para ti, es un regalo de Víctor y mío.
Ana se fijo y como le había indicado su amiga en el sofá había un paquete.
- Pero si no es mi cumpleaños ni nada..
- ¡Abre el regalo y no empieces a pensar que es hoy!
Ana lo desenvolvió con cuidado y allí, en la cajeta, había una bonita blusa hippy de las que tanto le gustaban con manga a la sisa.
- ¿Te gusta? – le pregunto su amiga desde la cocina.
- Me encanta, es chulisima.. pero.. por qué..
Paula salió sonriendo.
- Te vi esta tarde tan abatida que pensamos en comprarte ese vestido azul que te probaste ayer, pero no estaba ya, así que opte por esta camisa, que también se que te gustan mucho estas cosas.
- Gracias, te portas tan bien conmigo.
Se abrazaron emocionadas y Ana estuvo apunto de que se le saltaran las lagrimas.. pero como siempre, las retuvo a tiempo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo soy muy enrevesado, pues no que creo que Ana es una reencarnación de alguien que ya estuvo con Rodrigo.... ¿Puede ser? jeje. No me lo digas, seguiré leyendo.

Gorky dijo...

Esto se complica cada vez más.
Porque sé que es una historia escrita por ti, que si no el amigo Rodrigo me daba mala espina y le acusaba de trata de blancas.
En serio, me intriga saber que acabará pasando. Se me plantean infinitas dudas: ¿Rodrigo, existe o es una fantasia?, ¿Quién habrá comprado el vestido azul?, ¿Ana fue una Princesa en otra vida?, ¿Paula se casará con Víctor?, ¿Sobrevivirá la rosa de la habitación?, ...
Qué nervios!
Besos y gracias por tus palabras.

Ana dijo...

D'Paula... no te voy a adelantar nada, para aclarar tus dudas tendras que seguir leyendo.
Un beso y gracias por continuar la lectura!
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Pues el amigo Rodrigo no tiene nada de eso, es mas noble de lo que piensas. Tus dudas pues nada, sigue leyendo y poco a poco se iran aclarando.
Un beso Gorky y gracias por seguir con la intriga!

Unknown dijo...

Bueno vaya capítulo VII más denso e intenso, con mitología incorporada!... Una pasada. Enhorabuena.

Ana dijo...

En fin, espero que los demás te sigan gustando, que ya hay algunitos mas!
Un beso Ricardo!

Anónimo dijo...

Me conmueve el trato que tiene Rodrigo, siempre tan fiel a su Princesa.

Yo creo que Rodrigo ha venido del pasado para buscar a Ana que fue su Princesa hace muchos siglos...

Voy a seguir leyendo. Mi ordenador anda algo mal (ahora lo tengo puesto en "modo a prueba de fallos" :( ). Siento no seguir la historia con más asiduidad).

Un beso. Espero que estés pasando un buen finde.