viernes, 17 de octubre de 2008

Por Siempre alli.

CAPITULO XI

Rodrigo encendió una gran antorcha a la entrada. El salón era grande y espacioso. Ana lo contemplaba y la sensación no la abandonaba, pero a la vez, estaba encantada de la hermosa decoración que tenía este. Recorrieron las distintas estancias, algunas no entraron pues según le explico Rodrigo estaban en restauración, llegaron hasta unas escaleras.
- ¿Adonde conducen?
- A los aposentos reales, princesa.
- ¿Podemos subir?
- Claro.
Subieron despacio, entraron a la primera habitación que estaba completa del todo.
- Esta habitación era la de los reyes.
- Es muy bonita.
Recorrieron el pasillo y fueron visitando los distintos apartados, Rodrigo le iba explicando muchas cosas a Ana y esta escuchaba complacida toda la información.
- Y esta.- dijo entrando a la ultima habitación.- es la habitación de la princesa.
Ana se detuvo en seco, de nuevo aquella tristeza, aquel desazón que no comprendía. Entraron y Rodrigo la fue acompañando en silencio. Ana observaba todas las cosas, todos los detalles, se asomo a la ventana y descubrió que daba al patio de armas.. era desde ahí donde observaba aquella niña los entrenamientos de los valerosos caballeros y guerreros, estaba segura.
- Rodrigo, ¿tu sabes lo que le ocurrió a la princesa de este castillo?
- Pues.. Princesa, ¿has visto el arpa?, es muy bonita, ven.- el tono de voz era, ¿triste?
Ana se acerco hasta donde le indicaba él y vio el arpa, sintió deseos de tocarla, de hacer música con ella. Se sentó en un taburete que había y Rodrigo se sentó a su vez a los pies, se hizo un largo silencio.
- Princesa, cuéntame algo.
- Desde que he entrado aquí tengo una extraña sensación. Es como si pudiese percibir cosas, conozco los parajes.. creo que he visto un fantasma cruzarse conmigo en el campo de torneos.. es absurdo, lo se, pero juraría que lo he visto y.. quizás.. lo único que me mantiene aquí eres tu, si tu no estuvieses me hubiese ido al poco de entrar.. no quiero que te separes de mi.- le alargo las manos y él se las cogió.
- No te abandonare, no tengas miedo.. este viejo castillo no puede dañarte pues te conoce y te respeta.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Este castillo forma parte de una faceta de tus sueños, él lo sabe, y quiere hacerte descubrir en que momentos formaste parte de su historia.
- No comprendo tus palabras, estoy confundida, todo es confuso.
- Mírame princesa, mírate en mis ojos.
Ana los miro, en el fondo de aquel verde intenso entro en un hermoso prado de tranquilidad, todo se calmo, todo se esfumo.
- Toca algo, princesa.
Ana se sentó ante el arpa, situó las manos entre sus cuerdas y empezó a deslizarlos. Al principió le salían notas sueltas, sin melodía, pero pronto noto que algo la invadió, no sabía que era bien.. aquella extraña sensación, era como si alguien estuviese guiando sus manos. Las notas tomaron forma y curso, aquella música, aquel momento.. en una eufórica carrera notaba que cada vez todo era mas intenso, todo era mas vivo.. ¿cómo escapar de aquella sensación que la dominaba?.
No supo cuanto tiempo siguió tocando, pero le gustaba aquello, entre la melodía percibió a una niña pequeña que daba sus primeras clases con un acreditado trovador, una niña que fue creciendo llena de hermosura y sabiduría musical, que tenía una hermosa voz, que cantaba en aquella habitación pues la oía acompañando aquella música que ella arrancaba del arpa. No la podía ver, Ana creyó que se estaba volviendo loca, miro para donde estaba Rodrigo y creyó distinguir lagrimas en sus ojos, ¿por qué lloraba?, cuando llego a lo mas alto de aquella canción una sombra se interpuso en la ventana... era la silueta de una mujer, Ana supo que era ella y paro asustada.
- Abrázame por favor. – suplico.
Rodrigo la abrazo, se dejo abrazar, y abrazo fuertemente. Se agarro como si se tratase de un salvavidas, no quería separarse, todo le daba miedo en aquel momento. Lo único real era aquello que agarraba, que notaba. Se separo un segundo, lo miro, cerro los ojos, se lanzó con ansia y desesperación. Sus bocas estallaron en miles de besos, no le importo nada, no deseaba nada mas , solo sabía que quería amarlo. Los besos dieron paso a otras sensaciones, pero esta vez eran distintas, estas no estaban relacionadas con el castillo, solo con el calor de los amados. Empezaron a andar lentamente entrelazados y cayeron en el lecho. Allí, por primera vez, ella dejo que alguien descubriese su desnudez completa, sabía que era el momento y lo deseaba. El a su vez abrió para ella la caja de la ternura y la delicadeza mas extrema, con cuidado descubrieron el goce y el placer mas absoluto.
No supieron cuanto tiempo había pasado desde el principio de aquella peripecia. Sudorosos y cansados, no separaron sus cuerpos, apretaron el abrazo y se entregaron a la dama del descanso.

Rodrigo despertó, la observo como dormía placida y feliz. Le empezó a acariciar el pelo, sabía que su momento estaba acabando.. dos lagrimas resbalaron por sus mejillas, dos gotas cristalinas, saladas y sinceras, que significaba el fin.


Despertó y estaba sola. Se levanto de la cama, se vistió. Los primeros rayos del sol entraban por la ventana, ¿qué hora sería?. La habitación, iluminada con la luz de la mañana emitía matices que la hacían aún más bella. El arpa estaba en su sitio, el taburete, el armario, todo. Se asomo a la ventana y vio el patio de armas vació, tenía que encontrarlo. Pensar en él la hacía feliz, suspiro dichosa de que en su camino se hubiese cruzado aquel maravilloso chico llamado Rodrigo. Salió de la habitación y supo con certeza que en una parte de ella aquel castillo residía como un mapa abierto. Antes de buscarlo, recorrió de nuevo todas las habitaciones, todos los lugares de dentro. Después subió hasta las almenas exteriores en la parte alta del mismo. Corría un aire que hacia revolotear el vestido de una forma graciosa. Lo vio de espaldas, miraba hacía algún lugar indeterminado. Se acerco sigilosa, quiso rodear su cintura, pero al hacer ese movimiento él la esquivo rápido como el viento. Ana se quedo perpleja, se fijo bien, en su rostro se mezclaba una profunda tristeza con seriedad.
- ¿Qué te pasa Rodrigo?
- Eh cometido un error muy grande contigo, princesa, debo pedirte perdón.
- ¿A que te refieres?
Se dio la vuelta, Ana lo hizo también así.
- No debería de haberte.. perdóname por favor, yo..
La palidez de su piel era aun mas intensa que el primer día en que lo conoció. Ana intento relacionar sus palabras de cien mil maneras, pero solo le salía algo que no le gustaba. Lo intento de nuevo tocar, él la esquivaba siempre.
- ¿Por qué no quieres que te toque?
- Princesa, No debes hacerlo nunca mas, anoche.. todo fue un sueño, yo no soy real, yo..
- Lo de anoche no fue un sueño, fue algo maravilloso, mágico.. y tu eres real por qué estas hablando conmigo ahora..
- Princesa, te he engañado en una cosa que no entenderías, yo..
- ¡Claro que me has engañado!, ¡es eso!.. tu solo querías hacer eso, ¿no?. Todo ha sido una mentira para llevarme a la cama.. ¡seré imbecil! – estaba realmente fuera de si.
- No, no es eso.. yo.. – Ana se marchaba rápidamente.- ¡princesa!
Su grito resonó como un gran lamento, pero ella no quería escuchar nada más. Llego a las caballerizas y monto en uno de los dos corceles. Rodrigo corrió tras ella, montón en el otro corcel y la persiguió.

Las puertas del castillo se abrieron a su paso. Empezó a descender por el camino cuando alguien en otro caballo se cruzo en su camino y se introdujo entre los árboles. Paro en seco su montura, cambio de idea. Sin saber por que empezó a perseguir a aquel jinete.

Rodrigo salió tras ella y la vio parar en seco e introducirse en el bosque, no podía ser, en segundos comprendió lo que sucedía.

Ana galopaba a corta distancia de.. ¿ella?.. estaba casi segura, aquella figura era la de una chica joven que volaba entre aquel amasijo de árboles.

Los rayos se filtraban entre las copas, estaba amaneciendo. Ella salió por fin del bosque a la llanura, paro su montura, descendió nerviosa. Se sentó junto al lago y contemplo su imagen reflejada en el agua. Movió esta con delicadeza, entre las ondas que produjo pudo ver a su espalda el rostro de él.
- Amor mío, por fin has venido.
Se abrazaron con fuerza y la beso largamente.
- ¿Por qué me has citado tan temprano, mi princesa?
- ¡Tenemos que huir!, mi padre me ha comprometido con un príncipe y quiere que me case con él.
- Ese es tu destino, princesa.
- Pero yo te amo a ti.
- Ese príncipe te podrá dar todo lo que yo no voy a poder darte.
- Pero no tu amor.. no deseo separarme de ti, quiero estar contigo.
- Princesa..
- Calla, no quiero que digas nada. Tienes que hacer caso a tu princesa. Cojamos nuestros caballos, huyamos lejos, donde no nos conozcan.. casémonos ante Dios, él nos comprenderá.
- Si ese es tu mandato, tu lacayo obedecerá sin discutir la palabra de su princesa.
- Pues no perdamos más tiempo. Mi padre me buscara cuando me halle en falta.
Subieron a sus monturas y emprendieron la huida.

Ana observo la escena casi atónita.. parecía que.. le dio rienda suelta a su caballo de nuevo y los siguió guardando prudencial distancia. Dentro de ella rebullía miles de sensaciones, sabía que algo extraordinario estaba a punto de pasar.

Los dos amantes galopaban de nuevo por aquel enmarañado bosque, salieron al rato tomando dirección hacía la playa, buscaban un sitio desconocido.

Rodrigo seguía a corta distancia a Ana y a los dos enamorados. Su corazón poco a poco se iba destrozando, se estaba haciendo tiras de dolor. Tenía que alcanzarla antes de que fuera demasiado tarde.

Ana oyó más caballos detrás de ella, miro y vio a tres caballeros que la adelantaron en pocos segundos.

Ella los oyó y el corazón empezó a latirle alocado, estaba asustada, se estaban acercando vertiginosamente.
- ¡Dios mío!, nos van a dar alcance.
- Princesa, te defenderé si es necesario.
Se metieron en un sendero, las distancias se iban acortando. Ella noto un tirón que le hizo perder el equilibrio, al intentar recuperarlo perdió demasiada velocidad, los tres caballeros la rodearon. El noto que no lo seguía, se dio la vuelta, saco la espada dispuesto a dar su vida si era necesario.

Ana se detuvo bruscamente, no tenía la menor duda..
El se abalanzo sobre sus adversarios pero uno de los caballeros con una mirada hizo que se cayera del caballo y su espada se partiera en dos.
- Tonto muchacho, ¿qué vas a hacer contra la fuerza de un mago?
- ¿Adonde pensabas ir con mi hija? – pregunto el rey furioso.
- Señor, yo..
- Nos fugábamos a un sitio donde no nos conociera nadie y poder vivir juntos y felices para siempre, padre.
El padre miró a su hija que había contestado con valentía.
- ¡Calla mientras no se te hable!.- le replico.
- Padre, es que nosotros..
Sus palabras fueron cortadas por una bofetada que casi le hizo caer del caballo.
- ¡No le pegue!, desate su furia conmigo.- replico el muchacho.
El rey se encaro con el chico.
- ¡Tu has sido la causa por la cual he tenido que darle una bofetada!, ¡bastardo!, ¿qué pretendías?, ¿qué le ibas tu a dar?.. mírate, eres un lacayo, un lacayo de mi reino. – guardo unos segundos de silencio antes de continuar.- Siempre he sido bueno contigo, os he dejado jugar juntos desde pequeños por estima a tu padre, pero esto ya no es un juego. Ella es una princesa y debe casar con un príncipe de su misma sangre. Yo, el rey, he otorgado su mano a un acaudalado príncipe, y de esa unión nuestros reinos comunes serán muchos mas amplios y extensos.- guardo otros segundos de silencio antes de terminar.- Y tu, tu, querías huir con ella, deshonrar a mi familia, a mi reino, a todos.. pues esto se acabo, se acabo aquí. Ventura, dale muerte.
Ella se retorció de dolor ante esas palabras y la puso al borde de las lágrimas. Una mirada de odio emergió de una parte de su alma y sus palabras sonaron seguras y convincentes.
- Padre, te juro que como lo matéis no habrá boda, por qué yo me quitare la vida antes de casarme.
El padre la miro y supo que no hablaba en broma.
- ¡Alto Ventura!.- este detuvo su avance hacia el reo.- ¿qué crees que debemos hacer con él si no le damos muerte?
- Darle un buen castigo para que aprenda, mi señor.
- Pues procede entonces..
El mago se adelanto y se interpuso ante el chico y Ventura que avanzaba con cara de satisfacción.
- Si me lo permitís, yo le puedo hacer algo mejor. Soy mago, conozco muchos hechizos que lo torturarían el doble que una simple paliza.
El rey miro al mago con benevolencia.
- Proceded entonces. Ventura, vamos para el castillo.
- Antes de irnos quiero saber que le haréis Armel.
- Todo a su debido tiempo, mi niña.- y le sonrió abiertamente.
La princesa pareció mas tranquila y marcho con su padre y el consejero hacía el castillo. El consejero abría el paso y el rey fue detrás de la joven princesa para que no mirada más a aquel desdichado. El se intento mover pero algo le hacía permanecer inmóvil.
- No te puede mover por qué estas bajo uno de mis hechizos.- empezó el mago.- Se bajo del caballo y se sentó en una piedra al lado de él.- Sabes, siempre he sentido simpatía hacía ti. Te he visto crecer al lado de mi niña, y a ella, a ella la quiero como a una hija. – hizo otra pausa.- ¿has mancillado su honor?
- No, nunca he llegado a hacer una cosa así.
- Entonces, el hijo que espera, ¿no es tuyo?
- No espera ningún hijo.- dijo el furioso.- ella es pura como el alba.
- ¿Tan seguro estas?
- Nunca dudaría de mi señora, no se como puedes decir algo así, ojalá me pudiese mover, te haría pagar tus palabras.
- Si, eres como yo creó, noble y fiel. Darías la vida si alguien manchara el nombre de tu amada. Yo daría su mano a alguien como tu antes de dársela a ese inepto de sangre real, pero el rey esta ciego.
- ¿Por qué no le abres los ojos?, tu eres su mago, su amigo de confianza.
- Ventura es su consejero. Lo que dice él es lo que el rey hace. Ventura fue quien concertó el matrimonio con ese príncipe cuarentón que aún su padre no le ha querido conceder ni un cargo en su reino. Fíjate como será, pendenciero, consentido y bebedor.. aunque ante el rey es un perfecto caballero.
- Noto en tu voz un poco de resentimiento.
- Hijo, yo capto a las personas desde el principio, con un primer vistazo. La princesa merece mucho más que eso.
El chico resoplo algo desesperado.
- ¿Qué va a hacer conmigo?
- ¿Contigo?, te voy a dar una cadena.. ¿has oído alguna vez hablar de ellas?
- Claro, se lo que es una cadena, el herrero las hace muy buenas, pero, ¿para que quiero yo..
- No, de esas no.- rió el mago.- Es una parecida a la de los fantasma de almas en pena.
- No comprendo.
- Monta y ven conmigo.
El mago monto en su caballo y el chico vio con satisfacción que se podía mover de nuevo. Monto a su vez y le siguió.

Ana estaba realmente interesada en aquella historia, no se quería perder detalle. Así que le dio a su montura y les siguió.

Llegaron a el sótano del castillo donde el mago tenía su laboratorio. Este saco una botella con un líquido rosado dentro y lleno una copa que se la pasó a el muchacho.
- Bebe esta pócima.
- ¿Para que es?
- Obedéceme y no preguntes.
Bebió todo el contenido de la copa y se la dio al mago.
- Ahora te explicare lo que te pasara. Tu piel se pondrá pálida, te harás invisible a los ojos de las personas que te rodean. Podrás andar por donde quieras, traspasar paredes, ir a un lugar concreto en segundos solo con desearlo. A cambio.- hizo una pausa.- solo te pido que seas mi alumno, te enseñare toda mi sabiduría, pues el único que te podrá ver seré yo.
- ¿Y mi princesa?
- Ella no.
- ¿Solo tu?
- Y los animales. Ellos si te podrán ver y entenderás su lenguaje.
El muchacho se sintió abatido por dentro.
- Y con esto, ¿qué es lo que se mejora en mi vida?
- Lo primero que no estas mutilado ni ciego.
- Como.
- Esa alimaña salvaje te iba a dejar cojo y ciego, yo lo leí en su mente. Tu no mereces algo así.- hizo una pausa.- lo segundo es que la podrás ver siempre que quieras, lo tercero que aprenderás y no serás un patán el resto de tu vida, ¿quieres una suerte mejor?
- No, supongo que no, gracias.
Con esas palabras el chico se marchó para las escaleras que ascendían al exterior cuando la voz del mago lo detuvo.
- Otra cosa,- se dio la vuelta para mirarlo.- Tu calor corporal ha desaparecido totalmente, tu piel no envejecerá nunca, y vivirás para siempre.

Ana tenía el corazón en un puño, deseaba llorar..pero.. rezagada en las escaleras había visto todo el desenlace de la historia. Un movimiento a su espalda la saco de su concentración. Miró hacía el ruido y vio a Rodrigo que temblaba como una hoja. Miro hacía el frente y la imagen había desaparecido, miro hacía atrás y Rodrigo no estaba.

Rodrigo lloraba, lloraba desconsoladamente. Ella lo sabía y tenía el presentimiento de que no la volvería a ver.

7 comentarios:

Luchete dijo...

BUenas!!! Una historia real, eficaz, me ha gustado...un tanto larga para lo que se suele leer en los blogs, pero me gusta...es bello lo distinto.

Un abrazo, gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Hola de nuevo Ana,

la verdad es que has escrito una historia preciosa. No me imaginaba que fuese el "mismo" Rodrigo que el de hace varios siglos. Pensaba que sería una reencarnación o algo así...lo que aún queda por averiguar es por qué Ana es precisamente su Princesa. Recuerdo que en los primeros capítulos Rodrigo decía algo así como que ayudaba a las mujeres que pasaban por allí. Probablemente sabía que tarde o temprano aparecería Ana por esos lares. Se lo habría dicho el mago, no sé, jeje.


Por curiosidad, ¿cuántos años tenías cuando escribiste esta historia y cuánto tardaste en escribirla?

Un beso.

Carlos dijo...

Hola Ana. En mi blog te he dejado un meme por si te apetece hacerlo, pero solo si te apetece. Cuidate.

Anónimo dijo...

Tu historia empieza a convertirse en un libro. ¡Enhorabuena!, pues eso tiene mucho mérito sin duda.
¿Te has planteado publicarla o presentarla en algún concurso?
Besos.

selom dijo...

Hola Anita, pasate por mi blog q estas nomina a un meme :D

besitos

Anónimo dijo...

Muy bien Ana, una historia digna de los mejores novelistas. ¿ahí termina o queda más?
Un beso

Ana dijo...

Luchete, pues aún queda mas, así que sigue visitandome para seguir con la historia.
Un beso!
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Kokrann, bueno, esta historia tiene historia. La primera vez que la escribi tendria dieciocho o diecinueve años, entonces era mas cortita, pues en este punto que nos encontramos le daba un final feliz de que con un beso de amor en esa noche él se volvia humano. A los pocos años, veintidos, veintitres le di un repaso, y ya aumente la historia. La duración, pues la versión corta, un verano y luego cuando la modifique, cinco o seis meses mas. Si te fijas, él se queda llorando porque ella ha descubierto la verdad y no ha terminado la cosa hay...
Un beso!
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Me pasare por tu blog a verlo, un beso Carlos.
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Pues no me lo he planteado, pues fue algo que hice por diversión y no por animo de lucro.. no soy escritora, solo aficionada. Eso si, como ya te comente anteriormente a mis amigos mas allegados si que les imprimi y regale un "mini-libro" hasta encuadernado y todo.. eso si, encuadernado en anillas, que una no tiene tanto dinerillo..
Un beso Alatriste.
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Me pasare a verlo.. espero que sea distinto al de Carlos.
Un beso Creadora!
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Pues queda bastante mas, esto no es ni la mitad de la historia :)
Un beso D'Paula,!
Pd. Espero que sigas leyendo el resto a ver si te gusta tanto com hasta ahora.