miércoles, 22 de octubre de 2008

Por Siempre alli.

CAPITULO XII

Ana llego al apartamento y se dejo caer pesadamente en el sofá. La puerta de la habitación de su compañera estaba cerrada, por lo que adivino que estaría durmiendo. Se fijo bien y sobre la mesa había una nota.

Cuando regreses descansa un poco, nos vamos en el autobús de las cuatro. Fdo. Paula.

Dejo la nota, se sentía confundida. El chico aquel era Rodrigo, no cabía la menor duda, pero ella, ¿quién era esa princesa?.. su rostro era.. Se levantó y fue hasta el espejo, aquella princesa tenía sus mismos rasgos, parecía su hermana gemela pero vestida con ropa medieval. Se tumbo en la cama y la rosa ya estaba totalmente marchita, igual que ella. Necesitaba pensar, necesitaba tiempo, y tiempo era lo que le faltaba.. quizás una buena ducha le aclaraba las ideas.

Rodrigo espero y vio la cabalgadura de Ana volver sola, de nuevo se le inundaron los ojos de lagrimas, ¿cuándo acabaría aquel martirio?

Se tumbo, intento conciliar el sueño pero no podía. Se levanto y bajo hasta la calle, empezó a andar sin rumbo fijo y la costumbre la llevo hasta la esquina del camino, no estaba pero sabía donde encontrarlo.

Estaba sentado al borde del lago, se miraba intentando encontrar la serenidad perdida. la que había al final podido encontrar con paciencia y dedicación. Con una ramita hacía ondas en el agua, como ella aquel día..
- Rodrigo.
La voz lo sobresalto, deseo abrazarla pero algo en su fuero interior se lo impedía, su frialdad.
- Lo de esta mañana...
- Es la historia de mi vida, princesa. Tu eres la reencarnación de ella aunque no lo has sabido hasta esta mañana, por eso me puedes ver ahora.
- ¿Y ayer?. Ayer te vio todo el mundo.
- El mago me dejo un frasco con un liquido especial. Tomándomelo con el primer rayo del día podría ser de nuevo veinticuatro horas humano. Me dijo que lo guardase para una ocasión muy especial, que tuviese paciencia.. y supe que ese día era ayer, así agote mi ultima gota de vida contigo.
- ¿Es que hoy no estas vivo?
- No, estoy frío como los muertos, mi piel es pálida como la de ellos, tu te vas, mi sueño se termina aquí.
- No era tu sueño, era el mío, ¿recuerdas?. Tu eras quien hacía que una chica destrozada por un mal amor se esfumara de todo pensamiento.
- Princesa, soy un caballero, pero desde anoche me es impensable estar a tu lado y no poder tocarte, no poder abrazarte, no poder besarte.. mis pensamientos son pecaminosos, ya no son puros, me he convertido en una bestia salvaje.
- ¡Es lo mas absurdo que he oído!.
- No comprendo.
- Cuando dos personas se aman, es normal que quieran hacer todo eso que me dices.
Rodrigo guardo silencio, no sabía que decir. Paso un rato.
- Después de que yo me fuera del sótano, ¿qué pasó? .- la miró sin comprender.- Cuéntame lo que no se del resto de la historia, necesito saber lo que ocurrió.
- Yo me quede así, como ahora. Estuve paseando entre la gente y como me había dicho el mago nadie me veía, solo él. A los pocos días estaba yo con él mago y entro ella, temblé como una hoja. El mago le explico todo lo que me había hecho. Del mismo liquido que a mi, le dio una copa con unas gotas azuladas de otro frasco. Cuando se las tomó vi con sorpresa que me miraba, que me veía. Ella y el mago fueron las dos únicas personas que podían verme. Se caso con aquel príncipe que corono a los pocos años, tuvo tres hijos y una niña, tan guapa como ella. Los años se me pasaron volando, las mañanas y las tardes eran para el mago, el me enseño todo lo que se.. las noches las pasaba al ras de su cama. Envejeció y un día se marcho para siempre. El mago al final también se fue. Poco a poco todo se fue perdiendo, todos se fueron. Desde entonces he estado sumido en tinieblas hasta que tu luz me saco de ellas. Ahora, tu te iras y me quedaré solo, como siempre.
- Pero hasta que me vaya podemos estar juntos.- mientras decía esto un nudo se le hacía en la garganta.- Abrázame, por favor.
- No puedo, soy puro hielo, estos días de atrás me he guardado de tocarte directamente, he tenido siempre cuidado.- se le quebraba la voz.- Nunca me tuve que acercar a ti, siempre destrozo todo lo que toco, todo lo que quiero.
- No debes pensar así, tu..
- Te he hecho daño, princesa, cuando llegues a tu pueblo me echaras de menos y sufrirás.. yo..
- Mi amor, mi príncipe de ensueño.. ¿cómo puedes vencerte tan pronto?. Tu has pensado que si hay una formula para hacer lo que ha hecho contigo, quizás haya un antídoto, todo tiene uno.
- He buscado y..
- No lo has hecho bien, recuerda lo que te dio el mago, una pócima para ser humano durante un día... quién sabe si no es permanente y realmente te pueden ver todos y tienes la piel caliente, dame la mano.
- Eso es imposible, princesa, no puedo per..
Ana se levanto y sin pensarlo se tiro al lago. Rodrigo quedo petrificado, nado para el centro y allí dejo de nadar.
- Rodrigo, voy a hundirme, voy a dejar que mi cuerpo muera si no vienes a por mí.- le grito desde allí.
Rodrigo vio aterrorizado como ella estaba cumpliendo su palabra, no podía ser, se estaba intentando ahogar. En una de esas desapariciones empezó a tardar demasiado, los nervios le asaltaban, su corazón actuó ante toda oposición y se lanzó al agua. La saco medio moribunda, abrazo con fuerza su cuerpo casi inerte para intentar reanimarla. Ana reacciono, se abrazo a él y se dio cuenta de que era frío, se dio cuenta de que nunca se podrían tocar, que todo había sido una ilusión vana, que ese era el final de su historia. Se resistía a llorar, pues detrás de todo aquello notaba un corazón caliente, un corazón que latía con fuerza, y sabía que lo amaba.
- Te amo.- le susurro al oído.
El noto las lágrimas de su princesa en el borde de sus pupilas, las podía adivinar escondidas sin poder salir al exterior. Aquellas gotas saladas que quemaban al contacto con la realidad. Algo empezó a funcionar en su interior, una fuerza olvidada, un deseo de vivir al lado de aquella mujer para siempre. La apretó contra él tanto que creía que le podía quitar la respiración, no le importo la temperatura, se separaron y se besaron con pasión.
Ana noto el frío contacto de sus labios, pero a través de los largos besos, una tenue calor apareció levemente.

Paula despertó, miró el reloj y eran las once y cuarto, se dio la vuelta y se abrazó a su compañero, este se despertó también.
- ¿Qué hora es? – pregunto somnoliento.
- Las once y cuarto.
- Sigamos durmiendo entonces.- y la apretó con fuerza contra si.
Paula se dejo estrujar y se durmió dulcemente.

Se separaron y se miraron apenados.
- Princesa, eres lo mejor que me ha ocurrido nunca.
- Rodrigo, mi amor, mi dulce amor. Me gustaría quedarme aquí siempre, contigo.
- Pero debes volver.
- Debo volver.- su voz se quebró.
Se sentaron en silencio, contemplando el lago. Ana lo miro interrogante.
- ¿Qué paso con el laboratorio del mago?, con todas sus cosas, con todos sus libros.
- Son manuscritos princesa, y me los quede yo cuando murió. Están en mi cabaña.
- Quiero verlos.
- ¿Para que?
- Para buscar a ver si hay algo.
- Ya lo he hecho, es inútil.
- ¡Quien sabe!, quizás yo vea algo que a ti se te haya pasado por alto.
- Princesa, si ese es tu deseo así será.
Se levantaron para irse y Rodrigo la detuvo.
- Princesa, si no temes mi frío contacto podremos viajar tan rápido como el pensamiento.- se acercó.- Coge mi mano y cierra los ojos.
Ella así lo hizo, sintió frío por unos segundos y como el la soltaba.
- Hemos llegado.
Abrió los ojos y en una habitación no muy grande había una estantería llena de viejos manuscritos.
- Son muchos, habrá que mirarlos todos.- comentó Ana.
- Princesa, no creó que sea necesario, solo uno habla de mi invisibilidad.-Con una mirada hizo que uno de ellos despejase de la estantería y aterrizase encima de una mesa.- Es este.
Ana lo abrió con cuidado y lo desplegó. Estaba escrito en una clara y bonita letra. Su contenido era la formula de aquella antigua pócima y un conjuro para la eternidad.
- ¿Tu sabrías hacer esta pócima?
Rodrigo la leyó detenidamente.
- Si, no es muy difícil.
- ¿Y si la haces para mi?, así sería eterna y podría vivir contigo siempre.
- No puedo hacerte eso princesa, piensa en que ya no te verían más tus amigos, ni tus padres, ni nadie. Tú en cambio los verías morir y envejecer a todos, eso es muy duro.
- Pero estaría contigo siempre.- dijo Ana como un reproche.
- Es un precio muy alto que pagar.
Ana guardo silencio durante un rato.
- Princesa, compréndelo, yo..
- ¡No!, no me cuentes mas historias de que tu eres muy bueno y deseas lo mejor para mi.- dijo furiosa y cortante.- Te amo.- lo miro directamente.- y quiero estar contigo, solo eso.- le dio la espalda y ando unos pasos.- la única manera de hacerlo es esta, y tu, tu, no me la concedes... me voy.
Rodrigo dio unos pasos pero la voz de Ana lo detuvo.
- No me sigas, no intentes verme de nuevo. No voy a volver nunca mas, ¿te enteras?, no quiero verte mas.. en tus manos has tenido la posibilidad de retenerme para siempre y la has desperdiciado.
Se quedo quieto, viendo como su princesa iba para la puerta.
- Adiós.
Esas fueron sus ultimas palabras.
- Princesa.. – Ana no arrodeó.- ¡Ana!, por favor..- se detuvo ante el umbral.- Se que no lo comprendes, pero si algún día decides volver te estaré esperando.
Salió de allí, recorrió el sendero, el camino, las calles hasta el apartamento. Empezó a hacer tranquilamente el equipaje, y se iba encontrando con las cosas que le había regalado, el vestido, las joyas de plata, el castillo tallado para su familia, la guitarra.. cada una de esas cosas le iban rajando por dentro como un cuchillo, cada vez el dolor era mas intenso. Cuando acabo el equipaje miró la hora, eran casi las dos, salió para fuera y se sentó en el sofá. Se puso a juguetear con una de las rosas que le había regalado la noche anterior, era tan bonita.
- ¡Valla princesa!, ¿cómo te lo pasaste ayer?
Ana se sobresalto al oír “princesa”, pero era la voz de Paula. Dudo un momento antes de contestar.
- Bien.
- Pues hija, tienes cara de funeral.
- Es que nos vamos y se queda aquí.
- Pero volveremos unos días este verano, no te agobies, lo podrás ver de nuevo y..
- No pienso volver.
Paula se quedo pasmada.
- ¿Por qué?, por parte de Víctor no hay ningún problema y...
- No quiero volver a verlo.
- Pero Ana, anoche, tu..
- Anoche fue anoche, ¿vale?.. y hoy, es hoy.- grito enfadada.- ¡No voy a volver!, ¡no quiero volver a verlo!, ¡no quiero que me preguntes, ni que me hables de él, ni nada de nada!, ¿estamos?
Paula se quedo blanca como la cera ante la reacción de su amiga, nunca la había visto así.
- Víctor vendrá a por nosotros a las tres y medía para ir a la estación.
- De acuerdo.
- Como hay tiempo vamos a bajar a comer al bar.
- No tengo hambre, ve tu si quieres.
- A mi es que me da palo entrar a comer sola a un bar, llamaré a la pizzería y que..
- Bajare contigo.
Se levanto y se marcharon para abajo.

Víctor las recogió a la hora convenida y llegaron a la estación. Sacaron los billetes de vuelta y se sentaron a esperar en un banco del arcén.
- ¿Volveréis este verano? – pregunto Víctor.
- Yo si quiero venir, pero Ana.. no se.
- Estas muy sería, ¿qué te ocurre? – le preguntó Víctor.
Ana los miro a los dos y comprendió que se preocupaban por ella. Les debía una disculpa y una explicación.
- Paula, siento lo de antes, no debí de hablarte en ese tono. Lo he dejado con Rodrigo.. creó que mi corazón no podría soportar..- hizo una significativa pausa.- tantas cosas.- resumió.
- Pero.. es que.. se le veía un buen chaval.- se puso serio.- ¿ha intentado algo contigo que no quisieras?.
- Víctor, no seas borrico.- le regaño Paula.
Ana lo miro agradecida por su preocupación tan extrema.
- No, ha sido un perfecto caballero, pero hay muchas cosas que.. somos incompatibles, eso es todo.. por eso, Paula, no me pidas que vuelva aquí.. y tu, Víctor, espero que no te ofendas si..
- No te preocupes, te comprendemos.- dijo Víctor sonriente y comprensivo.
- Gracias.
Empezaron a charlar Paula y Víctor de otras cosas quizás con la intención de distraer a Ana, aunque esta no podía apartar su pensamiento de todo lo vivido.. de las palabras de él.. todo le dolía.


- Vamos Ana, son las cuatro menos cinco.
Ana volvió a la realidad, miro a Paula, se encamino para el autobús. Dejo el equipaje en el espacio reservado para ello y cuando iba a subir una voz la llamo, su corazón salto.. pero al mirar vio a Alejandro que corría hacía la escalerilla. Se espero hasta que llego hasta su altura.
- Ana, creí que no llegaba.- dijo con la respiración entrecortada por la carrera. – toma.- le dio un paquete.- y gracias por estos días.
Ana no dijo nada, lo beso en las mejillas y ascendió ocupando el lugar de la ventanilla. Aunque no deseaba verlo, sus ojos rastreaban el arcén buscando una respuesta, una señal de Rodrigo.. pero no vio a nadie.
El autobús se alejo de “Castillo del Mar” y Ana supo que se dejaba allí su corazón junto a un espíritu burlón, y como siempre, no pudo llorar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que des una solución a esto. ¡No puede quedar así, sin más!. Aunque en la vida real la mayoría de las veces es tan parecido.... los amores imposibles por unas u otras razones. Pero se que esta historia se arreglará ¿O no?
Un beso

Ana dijo...

¿O no?.. no se... deberas de seguir leyendo y poco a poco vamos a ver como lo hacemos!
Un beso D'Paula, mi fiel lector.

Anónimo dijo...

Me la imprimo como siempre y la leeré esta noche en camita.
Hasta ahora, me está gustando mucho todo, ya que la trama está muy bien llevada. ¿Cuántos capítulos te quedan?
Besos.

Ana dijo...

Quedan unos poquitos aun.. y bastante trama, creo que vas a tener muchas mas noches de lectura.
Un beso Alatriste!

Anónimo dijo...

Sé que Rodrigo aparecerá. Esto no puede quedar así.

Voy a ver qué ocurre. Besos.